lunes, 14 de noviembre de 2011

No es fácil suicidarse


Qué puedo escribir en este lugar que alguien visita diariamente y no sé quién es? Me gustaría que se de a conocer, a esta altura ya podría ser más abierta y amplia en mis relatos. Pero bueno, quièn sabe, alguien que se entretiene con mis dolores, porque la verdad últimamente es mucho más sobre eso lo que escribo.
 Me gustaría mucho que el lector diario fuera el destinatario para el que fue creado este sitio, pero no aparece en el contador la ciudad en la cual él vive, por lo tanto debo llegar a la conclusión con la pena que esto me merece que él no es, es más, que nunca estuvo aquí, porque no figura su lugar de residencia, lo que es más triste aún porque se suponía que era un regalo para su cumpleaños del 2009. Han pasado ya más de dos años y nunca lo leyó. Eso es lo que yo le importo.
 A esta altura la verdad eso ya es lo que menos importa, nos hemos separado y para siempre, él ha priorizado a la mujer con la que se casó, la madre de sus hijos, la que seguramente ama de verdad y a mí me échó de su lado con un epíteto que prefiero no recordar.
 Este hecho ha generado en mí una honda tristeza que me está siendo bastante difícil superar porque siento y lo sé perfectamente que sus palabras llegaron de tal modo a mi corazón y a mi psiquis, que ahora sí siento que todo se terminó y no volveré a hacer lo que siempre hice de comenzar a enviarle mensajitos y pedirle perdón o hacerle chistes o enviarle poemas, todas esas tonterías que yo hacía para que él se desenojara y volviera a hablarme o escribirme.
 Ahora no, ahora considero terminada por completo esta relación por su decisión con las palabras que me dijo, eso sólo se le dice a alguien a quien no se lo quiere ni un poquito, a alguien a quien a uno no le interesa nada, esas palabras son para terminar. Y entonces se terminó, sí se terminó todo entre Juanqui, mi amor de toda la vida y yo. El problema es que como me he pasado la vida amándolo ahora siento un enorme vacío en mi existencia que no puedo llenarlo con nada ni con nadie, justamente en la etapa de mi vida en que más sola estoy.
 A veces tengo ganas de terminar no sólo con él, sino con todo, y al decir con todo estoy diciendo con toda mi vida. Pero he podido comprobar algo hace ya un tiempo, no es tan fácil suicidarse y he llegado a la conclusión que el que lo logra es porque realmente ya no le importa nada ni nadie más y es un valiente porque puede superar el miedo al dolor de la muerte.
 Yo he estado pensando bastante en el tema y me he dado cuenta que a pesar de mi depresión, de mi actual agorafobia y de esta sensación enorme de vacío que puebla mi alma, el instinto de supervivencia puede más que cualquier falta o dolor y cuando pienso que voy a poder hacerlo, todo mi cuerpo se resiste, siempre hay alguna excusa, en mi caso generalmente se me aparece la imagen de mi hija llorando desconsoladamente abrazada a mi féretro y pensando que yo no la quería porque también la abandoné y eso no es así, porque si decidiera irme y al fin lo lograra nunca sería por ella, ella es lo único bueno y feliz que tengo en la vida, pero es tanto lo triste, lo solitario, lo doloroso, lo ausente, que se fue juntando en años  que ya a esta altura a veces se torna insoportable y sólo quiero deshacerme de este cuerpo que arrastro con dificultad y dolor y esta alma que sufre tanto. Aunque el alma se iría conmigo imagino que llevaría una vida mejor que la que llevo aquí.
 Otra de las situaciones que se producen en esos momentos que me impiden que lo haga, es el miedo a sentir dolor al morir, Muchas veces he pensado en tomar todo las cajas de psicofarmacos juntas, o mejor dicho el Lexotanil y el Nocinan y pienso que con eso me dormiría y no despertaría jamás, pero luego pienso "¿y si me da asfixia?" Yo conozco eso, por el asma y es horrible sentirlo, entonces me detengo, o no sé pienso en cualquier otra situación que pueda provocarme dolor o desesperación de querer volver todo para atrás y ya no poder hacerlo y tener que pasar por el terrible trance del sufrimiento para llegar a la muerte.
 En fin, todos pensamientos de una mujer enferma que no tiene ya casi ningún motivo para ser feliz y por lo tanto querer seguir viviendo, salvo por supuesto a mi hija Marina, el hálito de vida que mantiene mi vida.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Escribo poco

Qué poco estoy escribiendo, es que no estoy bien, el hastío me llena los días y me condena al encierro y a las tareas mínimas y poco edificantes. Es un círculo vicioso, más decaída estoy, menos cosas hago y más me decaigo. Lo bueno sería dar un salto y salir de ese círculo, pero dar un salto es algo que me cuesta mucho en estos momentos.
 Debería tener una motivación, un acicate, algo que me haga sentir que estoy viva, que no sólo tengo la vida para verla pasar, que debo vivirla y disfrutarla, pero no lo encuentro, no puedo encontrar a nada ni a nadie que me proporcione ese aliciente, ese ímpetu que lleva a la gente a querer vivir la vida con toda sus fuerzas.
 A mí se me terminaron las fuerzas, se me acabaron las ganas de vivir, se me está yendo la vida. 
 Ahora estoy escuchando a Laura que limpia y a mi hija mirando una novela brasilera mientras almuerza y el ruido que ambas producen con sus actividades me aturde, yo sólo quiero estar en silencio y sin nadie que me provoque molestia. Por Dios! que mal estoy! Ya tomé el segundo antidepresivo del día y siento esto!
 Al fin me fui a dormir la siesta para evadirme de la realidad. Mañana tengo terapia voy a decirle a mi médico que sigo igual o peor, no tengo ganas de vivir.